Pumori, la hija del Everest

Pumori, la hija del Everest
El Pumori es una hermosa montaña ubicada en el Himalaya, fue bautizada por George Mallory, su nombre deriva de "Pumo" que significa hija y "Ri" que significa montaña, también se la ha traducido como "Hija soltera" o "Hija de la diosa madre" por lo que montañistas y exploradores la llaman "la hija del Everest". Esta pirámide de roca, nieve y hielo nos espera... y tú puedes seguir todo el desarrollo de esta aventura aquí!
martes, 2 de noviembre de 2010

El personaje. Retrato hablado "Novena entrega"


Luckla, 29 de octubre. 07h30. Espero en la calle, con uno de nuestros guías, para entrevistar a algún porteador local. Pasan los minutos y las personas ya están en su trabajo. El pequeño poblado está en plena ebullición, las avionetas han comenzado a llegar desde Katmandú con oro en carne: turistas y provisiones para la región.

El hijo del dueño de la hostal donde nos alojamos anoche se ofrece hacer de intérprete y poder conversar con un porteador, cuya frente ya tiene algunos mililitros de sudor encima.

Aquel pequeño hombre tarda unos minutos en entender por qué alguien quiere saber de su vida. Un poco perspicaz, me pregunta de donde soy y qué quiero. Mi intérprete ayuda con una sonrisa, un par de explicaciones que yo no entiendo y arregla pagarle algo por el retraso a su destino. Después de hacer un cálculo, hecho con el ceño alegre, al fin decide bajar su carga por unos minutos, sentarse junto a mí y hablar pausadamente.


Me llamo Chesca, soy porteador, tengo 55 años. Vivo a cuatro días de camino de Lukla. Llevo 20 años trabajando en llevar cosas entre Lukla y Namche. Tengo cinco hijos, de los cuales, tres  son porteadores, como yo. Ellos tienen 15, 19 y 20 años de edad. Ya son grandes. Y tengo dos hijos pequeños que están en la escuela.

En mi trabajo gano 750 rupias cada día, cargando entre 30 y 35 kilos. Llevo alimentos y cajas hasta Namche. Me demoro dos días en ir y uno en volver. Entonces, gano 1.500 rupias por viaje. Duermo en casas “arregladas”. Allí, si pago algo, me dan de comer. No es mucho, no me alcanza.

El sistema actual de abastecimiento de alimentos se remonta a las antiguas prácticas, rutas y dinámicas del comercio a través de las montañas del Himalaya. Ciudades y poblados del Tibet, Nepal, China y otras regiones han estado en contacto por milenios, comprando y vendiendo productos diversos como especias, animales, joyas, alimentos y utensilios del hogar. Este permanente contacto ha permitido, además, un rico intercambio cultural y religioso.

Lo evidente es conocer y entender la ruta turística principal: Katmandú - Jiri - Luckla -Namche y, a partir de ésta, unas adicionales no menos importante, como la Namche -Periche - Tengboche - Lobuche - Gorak Shep, por la cual transitan cientos de porteadores para la industria turística montañera. Casi la mayoría de artículos y alimentos es provisión para los hoteles, hostales o tea house`s, y otra pequeña parte es para las pequeñas tiendas locales que pululan en cada caserío, y donde la población local compra sus provisiones cotidianamente. Así mismo, se utilizan miles de porteadores y animales de carga para trasladar todo el equipaje durante los trayectos hacia los atractivos turísticos: mochilas, tiendas, cocinas, mesas, sillas, paneles solares, baños, bidones, combustible, colchones, estufas, balones de gas y mucho más.


Mi padre fue porteador como yo. Al principio era agricultor. Las condiciones ahora son más difíciles, no hay oportunidades ni dinero que necesito en mi tierra. No tengo educación, solo fui tres años a la escuela. Quiero tener un negocio. Tengo que seguir porteando todos los días.

La incorporación de jóvenes e incluso de niños al trabajo de porteador generalmente se produce por influencia de la familia, de padres a hijos. Al inicio los hijos acompañan con pequeñas cargas a los adultos, pero luego se incorporan al ejército de caminantes porteadores. Esto sucede debido a la escacez de oportunidades de educación, a la pobreza y marginalización que aún viven miles de familias del área rural de diversas regiones del Himalaya.

El sistema tiene algunas modalidades, unas más ventajosas que otras, según la capacidad económica del porteador. Muchos son contratados por comerciantes mayoristas que compran grandes cantidades de alimentos, combustible y otros artículos en las bodegas de Katmandú, necesarios para mantener el flujo permanente de abastecimiento, y que diariamente los vuelos de avioneta se encargan de transportar. A partir de allí, son almacenados en pequeñas bodegas en Lukla. Acordada la paga, entre 700 y 750 rupias por día (entre 10 y 12 dólares), a cada porteador se le entrega una carga de entre 30 y45 kilos para que transporte a cualquiera de los destinos. Si es mayor el peso ganan un poco más. Otra alternativa, menos común, es que un porteador cuente con un pequeño capital y compre alimentos o artículos directamente en alguna bodega de Luckla o Jiri, y la transporte, según sea el caso, a Namche, Periche, Tengboche o inclusive al campo base del Everest; de esta manera, se gana un mayor porcentaje haciendo el trabajo por cuenta propia. En estos casos excepcionales, el trabajo dejará mayores ganancias, pero el esfuerzo, también, es mayor. A mayor peso, mayor ganancia.




En época de turismo (entre septiembre y diciembre, y entre marzo y mayo) se gana bien, hay mucho trabajo. Los meses restantes a veces hago viajes
desde Jiri hasta Lukla y Namche. Es muy largo, pero hay que trabajar. Luego, cuando los turistas se van, me voy a mi pueblo a trabajar la tierra con la familia.
Lo que quiero es que mis hijos estudien. Este trabajo es muy duro, pero yo me acostumbré. Cuando hago viajes me encuentro con amigos y familiares que hacen lo mismo, viajamos juntos, nos hacemos compañía, nos contamos cosas, oímos música y cuando el tiempo está malo, la pasamos juntos. Por las tardes jugamos un rato para distraer la mente (y el cuerpo). Es un trabajo que no se acaba, porque hay montañas. Los turistas vienen a ver,  yo les llevo cosas, ellos me pagan, y así seguimos.

Testimonio de Chesca, porteador del Himalaya. Entrevista por Luis Stacey


A tu salud, equilibrista

Chesca, eres porteador, cargador, caminante, solícito en cada enclave; hombre duro, de espalda labrada por cada kilo cargado, pulido a cal y canto; rostro callado, de voz alegre y entonada, quizá con tus añoranzas prendidas de tus canastos llenos de bártulos, abastos o abarrotes, un par de accesorios personales, tal es el cepillo, pasta de dientes y linterna.

Vas por lo lejos, encima de nosotros y alejado de aventuras extranjeras, porque lo tuyo es derrotero de abastos en cada poblado, lleno de sorpresas con sabor a carne, cerveza, harina o tal vez arroz.

Recorres con equilibrio circense río arriba, río abajo, y te juntas a los tuyos para compartir tu carga y tu canto. Cien pasos adelante encuentras tu sombra que ya ha parado el caminar; cansado y mojado de sudor, descansas tu canasto de torre de naipes a punto de caer en tan solo un bastón; lo sostienes todo con dos tiras cual títere de función pueblerina que espera la diversión.

Cada día te juntas con los tuyos, haces pareja para viajar juntos, así haces menos solitaria tu peregrinación por enredaderas tortuosas de tierra y piedras, pasando los puentes colgados de tus sueños, arrejuntándote en los abrevaderos sombreados para saldar cuentas con la sed, y al fin tuerces la mano al viento helado en cada puerta que recibe tu mercancía.

Cae la noche y tus polvorientos zapatos marca Reebock, made in Namche Bazar, reclaman té con mantequilla, pan frito y sorbos de sopa, una manta que te abrigue, unos cuantos sorbos de humo de majada de yak y el suelo oscuro de pensión que te engulla para no despertar. 

Suena el timbre solar y ya tu destino de restaurante, bodega, tienda, o tea house esperan por ti, Chesca,  porteador y jugador, que no te gane el polvo del camino que ya sopla por encima de rododendros y piedras talladas de oraciones para ti.

Tu tiempo llega y has cumplido con la entrega. Cada plato ha sido servido a la hora en bandeja y con servilleta. Comensales de toda latitud han calmado el hambre y cansancio con tus provisiones.

Te bendigo, Chesca, porteador. A tu salud brindo por tu vida y tu caminar.


Paren, que llegamos

Queridos amigos y amigas, familiares, entusiastas y soñadores, con esta última entrega del testimonio de un personaje tímido como Chesca, porteador, nos despedimos de ustedes, convencidos de haber calado y mantenido su atención con nuestras palabras cargadas de emoción. Sea por angustia, curiosidad o simplemente por disfrutar, han seguido, a través del blog de la expedición, nuestras vivencias que, por cerca de 30 días, vivimos llenos de alegría, cansancio, incertidumbre o asombro.

Hemos juntado las sensaciones de cada expedicionario, las hemos transformado en letras e ideas, adornado con puntos y comas, y al fin hemos logrado dar forma al reflejo de nuestros ojos, de un par de lágrimas o del cansancio de la jornada.

Si fuimos aburridos o los textos estaban mal escritos, el beneficio de la distancia, la incomodidad, el cansancio y el hambre está de nuestro lado. No cuesta mucho imaginarse que por cada palabra sencilla había, por delante, todo un mundo entero de bosques, montañas, atardeceres, ríos, quebradas, afiladas aristas, así como silencio, regocijo, frío, calidez y amistad.

Cargamos con mochilas y bártulos, cuesta arriba, acompañados siempre de nuestros queridos amigos Pemba, Nima, Shiva, Baburam, Sagar y otros tantos, que nos acogieron cálidamente, con su alegría única, con enseñanzas prácticas y místicas a la hora de cocinar y pedir a los dioses por nuestra protección en la montaña. Con ellos compartimos las preocupaciones del clima y la dificultad de la montaña, y también festejamos la llegada a la cumbre.

Los integrantes de esta expedición, con nombres y apellidos, talla y peso, color de piel, voz y genio, hemos venido al Himalaya, subimos a la montaña, hemos estado tan solo un instante, y bajamos para contarlo. Es la única sensación sublime de los “conquistadores de lo inútil”.

Con ustedes seguimos compartiendo la vida y los sueños; estos nos mostrarán el camino que hay por delante. Tan solo esperamos saber entender cuándo hay que comenzar de nuevo y por dónde transitar.

Un fuerte abrazo de la Expedición Himalaya 2010 al Pumori, la Hija del Everest.  

Oswaldo, Mauricio, Peter, Joshua, Edú, Santiago, Mary, Marco, Lorena, Karina, Ramiro y Luis.    


 

 

 





 
domingo, 31 de octubre de 2010

EMPIEZA EL ATAQUE "Octava entrega"

22 de Octubre

La mañana está despejada pero muy fría; el aire que respiramos al interior de las tiendas no sólo está condensado, también está congelado. Desayunamos juntos. Hay una cierta tensión en el interior de cada uno. Hoy empieza el ataque a la cumbre. Nadie lo dice pero nos ha invadido el temor a lo desconocido. Sempi y Ramiro definitivamente se quedan en el CB. La vez pasada, Sempi pasó una noche terrible en el CBA, con una congestión de las vías respiratorias, que le obligó a no seguir al C1. Por su lado, Ramiro bajó del C1 porque la altura le pasó factura por el tremendo esfuerzo realizado para montar el C1. Con mucha pena, pero sobre todo preocupados por la seguridad de cada integrante de la expedición, es mejor que Sempi y Ramiro se recuperen en el CB. Vale recordar que el CB esta a 5.300 m, es decir, a la altura de la cumbre del Iliniza Sur. A esta altura, recuperarse físicamente es una ilusión; el cuerpo sobre los 5.000 m ya no se recupera. Sin embargo, con nuestro organismo viviendo ya dos semanas sobre esta cota, el CB resulta, sin duda, una ayuda.


Ayer discutimos brevemente el plan a seguir, según el cual el grupo de apertura –Joshua, Ossy, Marco y Lucho Stacey– saldrán esta mañana (22) hasta el C1 a 6.200m. Al siguiente día (23), avanzarán por las cuerdas fijadas hasta colocar una tienda a 6.600m, pasarán una mala noche a esa altura y, al día siguiente (24), a las 04h00 partirán hacia la cumbre. Por otra parte, el grupo de abastecimiento –Mauricio, Mary, Peter y yo (Edú)– partiremos el 22 al CBA; el 23, al C1; el 24, subiremos al C2 con una segunda tienda, comida y combustible, pasaremos la mala noche y atacaremos a la cumbre. Pero todo esto depende de un detalle: suponemos que desde el último largo de cuerda fijada, sólo quedan uno o dos largos más de escalada técnica y lo siguiente es una rampa de nieve franca sin mayores problemas hasta la cumbre. Por si las cosas se complican, tenemos un plan b, pues parece difícil que los dos grupos alcanzen la cumbre y, como equipo, debemos asegurar  que, al menos, Ossy y Joshua, los dos integrantes más fuertes realizen un ataque rápido a la cumbre. Pero nuestra esperanza es que las dificultades hayan terminado. Al menos por ahora, así parece.
Luego del desayuno esperamos a Tim, jefe de expedición del grupo de PeakFreaks, para que nos de una mano con cuerda para fijar y Sherpas para armar el C2. Esto será clave para tener éxito. Sin la fuerza de los famosos sherpas del Himalaya nuestra empresa se vuelve difícil. Se nos acaba el tiempo y necesitamos establecer el C2 para un ataque a la cumbre. Hemos visto a los sherpas trabajar por una semana bajo nosotros y se mueven a una velocidad impresionante en la altura. Por nuestra parte, nosotros hemos fijado cuerda en todos los tramos difíciles de la escalada, y en vista de que la expedición de PeakFreaks se beneficiará subiendo fácilmente por nuestras cuerdas en los tramos verticales de roca y hielo, nuestro plan es que nos den 80 m de cuerda y la ayuda de los sherpas para montar cuerda fija hasta el C2 y establecer nuestro campamento a 6.600m de altura. Las conversaciones con Tim son exitosas, accede a nuestros pedidos y nos entrega 60 m de cuerda y, al siguiente día de esta reunión, los sherpas alcanzarán a nuestro grupo de avanzada para trabajar conjuntamente con nosotros en el montaje de la ruta. Saber que los sherpas nos van a ayudar nos da nuevos ánimos. La cumbre está, al parecer, a un paso de nosotros.




El grupo de avanzada sale al C1 con nuevos bríos tras la reunión con la otra expedición. Nosotros, el grupo de abastecimiento, almorzamos y preparamos las mochilas para subir al CBA por la tarde. Continúa el día y el grupo de avanzada está montado sobre la rampa de nieve; los vemos avanzar sobre el mixto de roca y hielo y alcanzar la rampa de nieve que lleva al precario lomo sobre el que se encuentra el C1. Todo parece tan fácil de hacer en estas pocas líneas, pero han pasado varias horas de gran esfuerzo. Nuestro grupo avanza desde el CB, sobre las rocas de granito, hasta alcanzar la morrena; subimos por un arenal con rocas que se desmenuzan a cada paso que damos y dificultan la progresión; alcanzamos el inicio de la nieve y llegamos al CBA, nos metemos en las tiendas y empezamos las comunicaciones de radio con el C1 y con el CB. Básicamente todo se resume en algunas bromas por radio y en comunicarnos unos a otros que nos encontramos bien; sin contratiempos hemos cumplido todas las etapas del día 22. Como a una hora de haber llegado al CBA, dentro de las tiendas, escuchamos una voz de alerta de Peter (que se encuentra fuera) que nos indica que salgamos a ver lo que sucede: una avalancha de proporciones gigantes se desprende por la ruta normal del Pumori; la onda de expansión y la onda de nieve polvo nos deja pasmados y simplemente pensamos “que bueno que no fuimos por ahí”. Con esto termina el día. Hemos iniciado el ataque a la cumbre.




22 octubre, al C1

Poco he podido dormir pensando e imaginándome que mañana comenzamos el intento final de subida a la cumbre. Hemos acordado, la noche anterior, que Oswaldo, Joshua, Marco y yo saldremos al C1 como grupo de avanzada; al siguiente dia, intentaremos montar el C2; y, al tercer día, trataremos alcanzar la cumbre del Pumori. Mientras esto, otro grupo de 4 personas atacrá la cumbre desde el CBA con el mismo itinerario que nosotros: CBA, C1, C2 y cumbre.
A las 07h00 ya estamos listos, desayunados, y los despidos y abrazos entre todos, incluidos nuestros queridos sherpas y cocinero Baburam, hacen más humana la salida hacia el C1. Un momento de rezo, pasamos cada uno por el altar, recogemos un puñado de arroz y lo ofrecemos al cielo para nuestra protección, guía y compañía.


El camino ya es conocido, la misma morrena que hemos recorrido varios días durante los abastecimientos; pasamos por el CBA, nos calzamos crampones, dejamos un par de cosas y nos adentramos por el glaciar hacia la rampa que nos colocará sobre los pasos mixtos verticales. El sol ya pega sobre cabezas y manos, y vuelve cálida la ascensión. Nos preocupa no saber aún dónde plantaremos el C2. La escalada por las cuerdas fijas también ya la conocemos por cuanto días atrás montamos el C1. Así, el paso del colibrí lo pasamos con rapidez, pero igual de agitados por la altura. De pronto, Marco y yo nos encontramos con la mochila y depósito provisional de Peter, el cual había dejado, días atrás, durante el abastecimiento del C1. Su contenido es, entre otras cosas, una preciada botella de Coca Cola. Nos miramos con Marco y, sin decir mayor palabra, cada uno toma unos sorbos. La operación no tardó más de cinco minutos, pero nuestro cuerpo agradeció durante varias horas dicho asalto anunciado.



Tardamos unas tres horas más para llegar al C1. Todo estaba igual: la tarde quieta, luminosa, agradable. La  disfruto a manos llenas, recorriendo la mirada por cada recoveco de estas montañas maravillosas. Pronto van llegando mis otros tres compañeros y nos acomodamos en las dos carpas montadas. Me quedo con Marco en una, y Oswaldo y Joshua ocupan la otra. Las operaciones normales de cocinar, ir al baño, abrigarse nos ocupan ahora, consientes de que, a cada lado, tenemos un abismo que llega al glaciar inferior, unos 600 m abajo.
Marco está molesto con su estómago, no quiere comer, pero trato de convencerle que necesita comer algo para recuperarse del trabajo de hoy y lo que nos toca mañana. Al menos toma un par de cucharadas, la suficiente agua caliente y se duerme.


Oswaldo me pide que prenda el radio para conversar del plan de mañana: nos alistaremos antes que amanezca para que, apenas tengamos sol, iniciar la marcha hacia el C2. Nos comunicamos con nuestros otros compañeros que ya están en el CBA, preparando su día de mañana para llegar al C1, mientras nosotros intentamos fijar cuerdas hacia el C2. En fin, me meto en la bolsa de dormir, tratando de calmar 100 pensamientos acumulados de 500 noches atrasadas.

La hora final.

Luego de dos días de tormenta, con fuertes nevadas, el tiempo empieza a mejorar nuevamente y tenemos una previsión de una ventana de cuatro o cinco días soleados. Ya han pasado los días disponibles para el ataque a la montaña y estos próximos días son los únicos que nos quedan para lograr la cumbre; hemos fjado un plan y armamos dos grupos, el primero formado por Ossy, Joshua, Marco y Lucho Stacey, subirán primeros hasta el C1 para ,al día siguiente, abrir vía y montar el C2 a 6.600 m.   Esperamos que las dificultades bajen cuando salgan a la arista sur, sobre el C1. El segundo grupo, formado por Edú, Peter, Mary y yo ( Mauricio) saldrá el mismo día, en la tarde, para pasar la noche en el CBA y subir al C1, el siguiente día, con comida y combustible  para los dos campamentos. Desde el C2, el grupo uno atacará la cumbre el 24 y, si todo va bien, el grupo dos atacará la cumbre el 25. Hay una buena noticia adicional, tendremos un refuerzo de dos sherpas que trabajan para Peakfreaks, en compensación a las cuerdas y el trabajo de montarlas en la vía. Hemos acordado que los sherpas abran vía y ayuden en el montaje del C2, así que, con este plan, nos lanzaremos mañana a la batalla final.   Sempi y Ramiro permanecerán en el CB recuperándose y atentos al progreso de los grupos.




Luego del almuerzo, partimos hacia el CBA, siguiendo el camino que ya lo había recorrido en innumerables ocasiones, sólo que esta vez estaba cubierto de nieve.  Ya en las tiendas, comemos, nos hidratamos y nos disponemos a pasar la noche a 5.650 m de la mejor forma posible. Cofirmamos por radio, con nuestros amigos de C1 y del CB, que todos estamos bien, y continuamos con el plan.

En la mañana el 23 oímos, por el radio, que las dificultades en la vía sobre el C1 son mayores que las anteriores.  Conforme al plan, tomamos nuestras mochilas pesadas y nos ecaminamos hacia arriba; en la primera parte usamos las cuerdas instaladas por los sherpas porque, para ahorrar cuerda, acordamos dejar una sola línea en la rampa de nieve, aunque estaban bien en la primera parte, terminaban en el C1 de ellos y luego había que hacer una travesía bastante expuesta y dificil en la parte alta hasta llegar al inicio de los pasos de roca.  Sin muchos contratiempos, en cuatro horas, llegamos al campo. Edú y yo nos instalamos en la tienda de arriba, y Mary y Peter, en la inferior.  Como ya lo han mencionado, este campo es algo increíble y expuesto; hay que andar con crampones y asegurado porque, cuando abres las puertas de la tienda, no hay piso, sólo vació; estamos a 6.200 m en una afilada arista y, por ambos lados, paredes casi verticales. Una vez instalados, retomamos las comunicaciones con el grupo uno y para ellos el trabajo ha sido durísimo; salieron a la arista y, al contrario de lo esperado, la pendiente es todavía mayor y los pasos de escalada mixtos ED continúan, uno tras otro, sin ninguna repisa o descanso.








– Atento, atento, Ossy, ¿me copias?
– Qué fue, negrito, te copio
- ¿Cómo van las cosas?, ¿Qué tal los sherpas?
– Mal, están bajando por las mismas. Dicen que está very dificult; no quieren abrir nada y solo dejaron la cuerda; ya están bajando.

Luego de una hora llegan los dos sherpas al C1 y nos cuentan que era muy difícil para ellos y que no podían hacer nada. ¡Qué increíble! Nuestros amigos siguen progresando donde los sherpas se retiran. Han detectado una rimaya al pie del pilar rocoso, que llamamos tres, que podría alcanzar para instalar una tienda. A las cuatro de la tarde, toman la decisión de bajar un tramo y montan el C2 a 6.450 m, rellenando la rimaya.     

Conversamos entre todos y estamos preocupados porque sentimos que la cumbre nos queda todavía muy lejos; sólo se han progresado 300 m en todo el día de trabajo y escalada, y solo nos queda un día mas; tenemos 200 m más de cuerda para fijar, pero ya se han instalado 1.100 m; queda también una cuerda que nos han pasado los Peak Freaks de 8 mm x 60 m para encordarse en el tramo final.   Nos vamos a descansar un poco derrotados porque las posibilidades para mañana son mínimas. El grupo uno arrancará a las 04h00 hacia arriba y, a las 08h00, decidiremos qué hacer, esperando que las dificultades, luego de unos 100 m, bajen y por fin encuentre la pendiente nevada de fácil progresión hasta la cumbre.

A pesar de la altura, nos organizamos bien con el Edú. Pasamos una buena noche. Cada dos horas, más o menos, vemos la hora y la temperatura cada vez más baja en el interior de la tienda. Llega a -10º C y luego el reloj ya no detecta valores más bajos, así que suponemos que llega a unos  -13º C. Me siento muy feliz de estar en este campo, en mitad de una pared en el Himalaya, y en compañía del hijo de mi gran amigo Papi Lucho, con quien había vivido hermosas expediciones, cumbres y peligros en nuestro lejano Altar.



Al amanecer, escuchamos en los radios que las dificultades siguen. Luego de cuatro horas de escalada, las cosas no se ven fáciles.  Hay que jugarse la última carta. Decidido: sólo Joshua y Ossy seguirán solos, sin fijar cuerdas, a intentar la cumbre. Lucho y Maco empezarán el descenso, y nosotros esperaremos hasta medio día para ver el progreso.

Al seguir el avance por los radios, vemos que es muy difícil la progresión y que tenemos que trabajar por el equipo y la seguridad de todos. Acordamos desmontar el C1 y empezar todo el trabajo de desalojo y limpieza de la montaña. Nuestra labor es levantar todos los campos y descender todo hasta al CB. Ossy y Joshua se quedarán la noche en el C2.

Con un poco de nostalgia, empezamos con bastante cuidado a desmontar las tiendas y a meter todo en nuestras mochilas que ya revientan; al medio día, empezamos a rapelar hacia abajo y, en unas tres horas, estamos en el CBA, donde nos encontramos con Sempi y Ramiro que subieron a desmontar este campo. Con mucha expectativa seguimos los pasos de nuestros amigos hacia la cumbre. La tarde y noche se vienen pronto; el peso de mi mochila me desestabiliza mucho en los acarreos de grandes piedras flojas y me tengo que concentrar para no caerme.   Cuando el sol se oculta atrás del  Kala patar, baja mucho la temperatura, y Edú abre su radio a las 17h00.

– Hola Joshua y Ossy, ya les veo desde el CB, ¡están muy cerca de la cumbre!
– Gracias Edu, no estábamos seguros de qué tan lejos estábamos.
– ¡Adelante!, sigan, sigan, no les queda mucho.

A las 17h15, festejamos con gritos, abrazos y lágrimas la llegada de nuestros amigos a la cumbre y de nosotros al CB.  Nos quedamos en vela, junto al radio, acompañándoles a nuestros amigos en el duro descenso que les toma hasta la media noche. 



¡Misión cumplida! Qué satisfacción y emoción estar presente en este momento, en unión de los amigos, cumpliendo el sueño de conquistar el Pumori en el Himalaya y de superar todas las dificultades que, sin duda, fueron mucho mayores a las previstas, según la información disponible.

Es increíble ver cómo una idea que propuse al Grupo luego de casi un año se hace realidad. Ha valido la pena la planificación, el entrenamiento, los gastos y los esfuerzos que hemos tenido que realizar todos. Doy gracias a Dios y a nuestra Lolita que nos han acompañado; a todos los amigos y familias que nos han apoyado sin dudar. A mi mujercita, Tesoro, que también debería estar aquí, le mando un “te quiero mucho y te amo”, y un agradecimiento especial, por su compresión y apoyo incondicional, a estas aventuras.  A mis queridos hijos,  muchas gracias por su compresión y apoyo.

Mauricio

Nuestra parte del trato y la otra también
23 de octubre

El amanecer se acerca. Hace unos minutos sonó el despertador y empezamos a movernos; un poco de líquido caliente y saldremos de la tienda. En el C1 no hay mucho por hacer, la tarea es mucho más arriba, sobre las últimas cuerdas fijadas en los días anteriores. Hemos acordado con la expedición de Peak Freaks que uniremos fuerzas para montar el C2. Quedan algunos largos por resolverse. Nuestra cuerda amenaza con acabarse y todavía hay mucho terreno por recorrer. La idea es subir temprano, fijar hasta donde nuestra cuerda se termine, y luego ser relevados por los sherpas de la otra expedición. Jumareamos lo fijado y, enseguida, comenzamos a escalar y fijar al mismo tiempo. Al fin, salimos a la arista sur y descubrimos que el otro lado de la montaña es igual de empinado. Malas noticias. Pues nada, apretar y seguir. Los sherpas se acercan y tenemos que cumplir con nuestra parte del trato. Estamos a 6.300 m, cansados, pero contentos. Hemos cumplido. Fijamos lo acordado y los sherpas han llegado con más cuerda para completar los 200 m que faltan para llegar al C2.

“I don´t think the members of my expedition are able to climb until this point, It´s too dificult…so I prefer you continue leading, I can belay you”. Esas fueron las palabras que a esa altura y con la idea de haber terminado nuestra tarea, nos tocó escuchar con mi pana Ossy. La verdad, nuestros amigos sufrieron un encogimiento de esfínteres. Lo aéreo del asunto les pasaba factura y, por primera vez, los locales nos miraban con respeto. Para nosotros esto provovaba una mezcla de orgullo y decepción. Y como siempre, allá arriba, había dos opciones: resignarse a volver o coger las cuerdas que habían traído y seguir fijándolas para intentar llegar al C2. Lo segundo pudo más.

Dejo la mochila en una estación, desenrollo la cuerda y le pido al sherpa que me asegure. Ossy se encarga de limpiar las líneas inferiores de seguros intermedios para que el resto del equipo pueda subir.

Unos largos más arriba me encuentro con un diedro de roca, limpio de presas, con una fina capa de hielo en el vértice, de esas secciones que le dan la graduación a la ruta. Primer martillazo y un tercio de la capa de hielo se me viene sobre el casco. ¡Gracias casco! Sin embargo, si se rompe el resto no habrá cómo escalar esa parte; al menos yo no lo podría hacer con botas, crampones, sobre 6.000 m, en un terreno completamente vertical. Definitivamente, más vale que la fina capa de hielo no se rompa o la expedición termina aquí, entre otras cosas. Me preocupa un poco que mi asegurador tiemble más que yo y que se le haya escapado un grito cuando caigo unos metros en el segundo intento de escalar el paso. Por otro lado, la cuerda coreana que nos une no ayuda mucho a la sicología. Preferiría una verdadera cuerda de montaña en estas situaciones. Pero es lo que hay.

Tercer intento, los crampones sacan chispas en el granito limpio, el hielo suena vacío por dentro y la posición es de lo más precaria. Escalo un par de metros. Ya no hay vuelta atrás. Bueno, cayéndose lo habría, pero es muy doloroso. Veo la salida. Subo delicadamente. Quisiera golpear más fuerte con mi piolet pero, si se rompe la superficie de medio metro de ancho y como 20cm de espesor, todo se viene abajo. Al fin, alcanzo una fisura de roca en la salida del diedro, empotro el puño y me digo: se puede ir todo abajo, pero de aquí no me suelto. Un par de pasos más con mucha concentración y salgo a una plataforma. Como premio encuentro un cacho de roca sólido para asegurar y muchas clavijas abandonadas. ¡Lo logré! Suben los sherpas por la cuerda que les he fijado y definitivamente “no lo ven claro”. Me dicen que dejan el equipo transportado y que se bajan. ¡Hagan lo que quieran!, por no poner otra frase.

El Ossy ha subido hasta el último punto y encontramos un buen sitio para plantar la tienda. Son las cuatro de la tarde. Hay que descansar que mañana atacamos la cumbre. Algo se acerca.

Hasta el próximo largo. ¡Salud!

Joshua




24 Octubre
Y asi es como empieza no sabemos como termina
Tratando de ganar un poco mas de tiempo despertamos 3:00 AM y empezamos el ritual de alistarnos para el ataque a la cumbre Marco, Luis, Joshua y yo nos movemos con lentitud debido a la altura y a la falta de espacio en la única tienda que pudimos montar en el c II (6450m) los reverberos Reactor están haciendo agua a todo motor, y ya estamos vestidos y tratando de poner toe warmers en las botas antes de salit a ponernos arnes para poder movermos alrededor de la tienda, son las 4:30 y ya estamos conectados a la cuerda fija que pusimos el dia anterior, primero Johua luego yo, luis y marco empezamos a subir por las cuerdas fijas, un momento mas tarde se acaban y empezamos el trabajo hasta ahora conocido largo tras largo protegiendo y fijando para avanzar, la madrugada esta muy fría y empezamos a sentir un frio intenso mientras esperamos a que el primero asegure las cuerdas una hora después estamos helados y la peor parte la llevan nuestros pies, para los que usamos toe warmers la primera vez se hace imposible mover los dedos para recuperar sensibilidad, como extranio mis botas viejitas,  ya esta empezando a aclarar y la esperanza de que el sol nos caliente esta cada vez mas cercana, seguimos luchando entre arista y contrafuertes verticales fijando cuerda coreana (cabo fortex) ya que la cuerda buena se acabo el dia anterior, y llegamos a una parte de la arista plana suficiente para que los cuatro podamos descanzar, son las 7:30 y tenemos dos grandes problemas, el primero el frio es tan intenso que los cuatro estamos masajeándonos los pies frenéticamente y no podemos recuperar sencivilidad ya el sol brilla en pleno y su calor es minimo, el segundo problema es que en tres horas solo hemos avanzado 150m y ya estamos cansados por fijar cuerda, el suenio de la cumbre cada vez esta mas lejano. En los días anteriores conversamos con el líder de una expedición internacional “peak Freaks” y nos dijo una vez que cruzen la arista principal todo se hace mas fácil y la montania se hecha y es mucho mas fácil moverse.  No sabemos de que montania estaba hablando de seguro no el Pumori, con mirar el terreno que esta adelante nos damos cuenta que proteger cada largo es mandatorio, llega el tiempo de decidir luego de una corta conversación Luis y marco deciden regresar y bajar hasta el CI para ver que pasa, están con mucho frio y empiezan el descenso, Joshua y Yo continuamos con la idea de llegar lo mas alto posible hasta la una de la tarde, y empezamos uno de los días mas largos de mi vida como montanero, largo tras largo seguimos enfilando otra vez hacia la arista principal esta vez del otro lado del que veníamos trabajando las semanas anteriores, cuanto tengo de cuerda, fin de seguro, sube, se vuelve la única conversación en las radios Motorola y como autómatas seguimos para arriba, cada largo es delicado u necesita de protección, por fin 11:30 de la mañana llego al final de los largos y logro llegar a la arista donde esperaba encontrar un sitio para descanzar sin tener que estar colgado de mi línea de vida y poder ver como la montana cambiaba y ahora si se ponía mas fácil, desagradable fue mi sorpresa al llegar y encontrarme con una cornisa que colgaba precaria y no permitia asegurar ya que todo el hielo estaba podrido y la continuación de esta arista estaba aun mas empinada y expuesta que lo que habíamos pasado, estoy cansado y desmoralizado le comento al Joshua muy sutilmente no va mas, a lo que el responde un larguito mas y le pido que pase esta vez de primero ya que por los últimos 6 esperaba este sitio y mi cabeza no esta bien, seguimos un largo mas y escucho las temidas palabras ya nanin te toca, por lo menos ya he recuperado sensibilidad en los pies y estoy medianamente caliente en el resto del cuerpo, continuamos por unos largos mas y llegamos a estar en la misma posición que antes 5 largos mas para llegar a otra arista, pero esta vez ya no esperábamos nada, se acabaron las esperanzas de sitios para descanzar sin estar colgado y se acabaron las esperanzas de que sea mas fácil después de eso.  Ya es la 1:15 y llegamos al final de la ultima arista estamos casi al 6800 m y podemos ver un cacho de roca que sabemos esta cerca de la cumbre, envalentonados con este descubrimiento abanzo por unas pendientes de hielo nieve de unos 75 grados protegiendo con estacas y tornillos, horas antes hize un calculo mental y tenemos 6 tornillos y 4 estacas no es suficiente para bajar, tendremos que usar avalacov y eso toma tiempo, ahora ese es un recuerdo bago ya que con esta pendiente se que alguno de los dos tendrá que desescalar, “ojala no sea yo”.  Son las 3:30 de la tarde estamos a 6950m en una rimaya colapsada y un buen sitio para descanzar veo como mi compañero sube cada vez mas lento, lo que no veo es que yo estoy en igualdad de condiciones, llegamos a la rimaya y joshua me dice si no me recupero nos regresamos desde aquí, siento una paz interior saber que ya podemos regresar, y siento como mi corazón me traiciona y dijo un larguito mas, de donde salieron estas palabras hasta ahora es un misterio, pero mi pana me dice ok abre vos y le damos unos largos mas, 100 metros mas arriba a paso de cliente seguimos con la brújula en la arista cimera, no recuerdo que pasaba por mi mente, pero recuerdo muy claramente escuchar la vos de Edu en la radio diciendo panitas ya están en la arista cimera denle nomas ya están cerca y después el resto de is hermanos animandonos y cantando fue como tomar una paquete completo de geles de energuia con te caliente y como si algo se hubiese hecho mas fácil y llevadero, es el calor de la amistad y el trabajo de corazón abierto en Equipo, 7100m y ahora vemos ante nosotros que la arista por fin pasa a ser un manto de nieve y es plano tal vez a eso se referían los últimos 15 min son casi planos jejejejejej.  Pero no fáciles hay una grieta giganteszca 15 metros antes de la cumbre y la Lolita nos tenia el único puente para cruzarla, asi que sin mas son las 5:15 de la tarde el sol esta espectacular, grito el nombre de mi esposa y empiezo a llorar sin parar, caigo de rodillay y Joshua llega a mi lado y empiezo a llorar de nuevo nos abrazamos y tácitamente sabemos que la mitad esta hecha, la mitad fácil.



Un par de fotos una mirada para ver como el sol desaparece y la noche se acerca, 7 min después de pisar la cumbre del Pumori empezamos el descenso comunicamos por radio la llegada y no tenemos respuesta posiblemente por que estamos demasiado altos y no hay línea de vista 7165m, cruzamos la grieta y empezamos los rapeles de bajada, estoy un poco mejor que Joshua y eso sella mi destino, el rapela y yo desescalo “ya nada, es lo que hay” nos movemos con mucha rapidez y llegamos  a la rimaya de 6950m donde ya hay oscuridad total, empiezo a calentar agua en el rebervero que llevamos y Joshua empieza a cambiarse de medias y calentar los pies para recuperar calor y fuerzas antes de empezar la lavor nuevamente pasan unos 30 minutos y con las nuevas armaduras para la noche pedimos por la radio a nuestros amigos orar juntos para descender hasta el CII. Desescalo por unos tres o cuatro largos mas, y noto como rápidamente mi situación es precaria en el ultimo largo es tiempo de rapelar los doas ya que la pendiente y el hielo son muy peligrosos para desescalar. Mis temores ahora están mas presentes que nunca, hay pasado casi 35 minutos desde que Joshua trata de hacer un avalacov y no puede ya que el hielo es poroso y de muy mala calidad, saco nuevamente mis cuentas 6 tornillos y 4 estacas, no es suficiente para llegar al CII mi mente empieza a acariciar la posibilidad de un vivac de emergencia, con un nuevo dia las cosas lucirán mejor, salgo de esta loca idea cuando empiezo a temblar y no siento nuevamente los pies, han pasado 40 minutos y Joshua me asegura con una estaca y empiezo a moverme, llego junto a el y noto que esta igual que yo con mucho frio y muy preocupado por sus pies, la idea del vivac se abandona de inmediato tenemos que bajar al CII como sea o no dejar de movernos para no tener consecuencias que lamentar, hemos comido y bebido todo el dia y somos muy prolijos en cuidarnos, pero ya estamos 17 horas trabajando y el cansancio pasa factura, desescalo un largo mas con mucho cuidado y empiezan a funcionar los avalacov solo alcanzo a agradecer y seguir bajando, los rapeles son largos solo 30 metros cada uno u muchos en diagonal, Joshua siempre rapelando primero y yo de ultimo recoguiendo cuerdas un acuerdo tacito entre amigos del alma, cada rapell sin saber que seguro usamos para el siguiente se queda la primera estaca y los primeros tornillos, las cuentas suguen sin cuadrar, empezamos una búsqueda y reciclaje de todo lo que hay en nuestro camino, estacas usadas incluso un piolet viejo que usamos para uno de los rapelles, y recuerdo las palabras de mi mujer, mi cuerpo puede agunatar lo que sea por 10 minutos, y asi divido las horas en periodos de 10 minutos y entre periodo y periodo me quejo y tiemblo del frio, y empieza el circulo nuevamente, llegamos  a las cuerdas fijas y la euforia y adrenalina fluyen para ayudarnos no se como cuadraron las cuentas, nos sobra una estaca y esa es para colgarla en la pared de mi casa que feliz estoy el CII esta a 5 rapelles y todo esta fijo, son las 1:30 de la mañana y una visión angelical me recibe en el CII nuestra amiga Mary nos tiene te caliente y comida lista, Joshua ya esta calentando los pies y estamos a salvo, avisamos al CB que llegamos y en menos de 45 min estamos sumidos en un profundo solo interrumpido por calambres en musculos que no sabia existían.    Eso es panitas y asi termina uno de los días mas hermosos de mi vida que fue culminado con una bella cumbre y un sentimiento que pocas personas experimentan, el de estar cuidado por un grupo de hermanos que con cada detalle hicieron posible esta aventura de vida, gracias a ellos de todo corazón “ eso el lo que hay y se agradece de corazón”.
Ossy
25 de Octubre bajando al CB
Descanzamos unas horas y empezamos a movernos esta vez con sol salimos del CII a las 9:00 am y pensamos estar llenos de energuias, grave error tres rapelles después de empezar con las mochilas pesadas llenas de pertrechos del CII nos damos cuenta que estamos exaustos y cada rappel es como un tormento al cuerpo ya agotado, solo paramos en el CI por unos momentos para darnos cuenta el trabajaso de nuestros amigos el dia enterior en desarmar estos campamentos en nuestra retirada, hora tras hora se suman y bajamos al ABC, un momento mas para respirar y por radio nos informan que hay dos personas que están subiendo para ayudar con nuestras mochilas de bajada, grata noticia y aun mas grato ver a Edu y un Sherpa pocos minutos después que nos sonreían y abrazaban para después cargar nuestras pesadas mochilas, 2:30 de la tarde reencuentro con todos los miembros de la expedición y nuestros cocineros, lo hemos logrado estamos en el CB, un suculento almuerzo y no me acuerdo mas……
Pocas veces en mi carrera montanera estado tan cansado y tan feliz de no tener que usar arnes mas, ha sido una de las escaladas mas exigentes de mi carrera montanera asi como la mas gratificante por muchos factores que los comentare en las reuniones de nuestro club.  Gracias a todos ustedes que suguen nuestro blog y nos permiten compartir estas experiencias. Un Abrazo a todos.
ossy



Dia 26
 
Dejamos el campo Base.
 
No puedo creer que han pasado casi 4 semanas en el Campo Base, a 5300mts y ahora que empezabamos a acostumbrarnos a la sazon nepali de nuestro cocinero Baburam, desmontamos todo rapidamente y tenemos una sola idea programada en la cabeza... Bajar, bajar, bajar. Levantamos el campamento, preparamos las mochilas y equipajes y a la voz de "vamos vagos" cruzamos el campo de piedras, remontamos la arista, y en menos de 30 minutos estamos de regreso a Gorak Shep. Asi como nos acostumbramos a la sazon de Baburam, nos acostumbramos a despertarnos con el espectaculo del Everest, Lhotse, Nuptse. Ahora lo vamos dejando todo atras, de cuando en cuando regresamos a ver para tomar una ultima foto del Pumori, la ultima foto del Nuptse, pero caminamos muy rapido y sin tregua. Primero porque el frio es muy intenso, y segundo porque nuestra jornada hasta pheriche promete de 5 a 6 horas de caminata intensa. El terreno sobre el que caminamos cambia rapidamente bajo nuestros pasos: primero morrena, luego piedras y mas piedras, depronto pisamos sobre algo parecido a un paramo, pero desertico, a todo esto el frio muerde, si en el campo base facilmente llegabamos a 4 bajo cero, pareceria que hoy hace mucho mas frio, debe ser el viento que nos parte los labios y nos enfria las manos. Rapidamente alcanzamos Lobuche, pero todas esas paradas que hicimos a la subida para tomar te, para hidratarnos, para comer algo, las pasamos de largo. Pues tenemos una sola idea programada en la cabeza... Bajar, bajar, bajar. Empezamos a cruzar de nuevo puentes y rios, los muslos duelen un poco por la bajada y conforme seguimos bajando va aumentando el numero de turistas. Ya nos habiamos olvidado que hay muchas personas caminando por estos parajes, la comercializacion de los trekkings hace nuevamente su aparicion y estamos rodeados de extrangeros que suben o bajan por los caminos que conectan pueblos y montanas. El clima se sigue enfriando y el paisaje se va nublando. Pero nuestros pulmones tambien se estan fortaleciendo. Luego de una larga jornada llegamos a Pheriche, descendemos de 5300mts del campo base a 4200mts en 6 horas. Hay te caliente, cama y cobijas luego de casi 4 semanas. Luego de instalarnos, ordenamos la cena y una botella de Whisky, ahora si con vaso y licor en las manos dejamos atras el campo base y todos juntos apuramos un trago largamente esperado. SALUD! CUMBRE EN EL PUMORI!

EDU




Larga jornada a Namche Bazar

27 octubre
Engañados por el intenso frío de la llegada a Pheriche, esa noche para la cena muchos de nosotros bajamos lo suficientemente arropados como para ser objeto de burla, el comedor del Himalayan lodge tenía una estufa que sofocaba el ambiente literalmente.
Es muy raro e incluso intolerable a ratos la compañía humana luego de tantos hermitaños, soportando frío, sol y viento en el campo base. Sin embargo es al mismo tiempo divertido ver en uno mismo ese proceso de principio a final, cuando se mira distante a otros grupos que recién están comenzando su viaje.
Llegábamos la tarde anterior a este sitio con cero y un grado bajo cero, que con la brisa vespertina y la velocidad de la caminata quizá bajaba algo más, primera noche bajo los 5000m, qué descanso la cabeza no duele más y los pulmones comienzan a recoger todo el aire posible, estamos a 4200m y comenzamos a recuperar fuerzas, el descanso es mejor y los chistes animan mucho al grupo.
Desayunamos y emprendemos camino a Namche Bazar, larga jornada que pasa por los poblados de Pangboche donde pasamos una noche a la subida y también por el recordado monasterio de Tengboche donde tuvieron su ceremonia de compromiso  Lore y Edú.
Dejar atrás cada metro en la subida no solo es regresar lentamente a la realidad, pensar en las familias, los amigos y la vida cotidiana en Quito, es también procesar cada momento vivido, esperanza, sueño, intención y risa compartida… también cada ronquido y tos escuchada. La memora temporal es gigante y a veces se recuerda cada paso dado en la subida y hasta los sitios de descanso con sus recuerdos y chistes del momento.


Para este día hemos decidido no detenernos en algún tea house y seguir el camino a paso propio, detenernos donde nos agarre el hambre y lo hacemos en dos grupos, justo antes de llegar a Tengboche encuentro a Edú, Lucho y Sempi para picar algún resto de comida de marcha de la expedición, ya no tenemos agua pero enseguida habrá algún riachuelo donde rellenar las cantimploras, pasamos así casi una hora de pic-nic y seguimos el trayecto, comienza a caer la tarde y todavía falta bastante camino por recorrer, soy el último del grupo ya oscurece, hago una parada para tomar algo de agua, un chocolate y cambiar el gorro de sol por el de frìo y sacar la linterna, los últimos minutos antes de entrar a la hondonada de Namche la uso para ubicarme y llegar al nuevo lodge donde me esperan todos para la merienda, fue la última vista del Everest y la Cordillera del Himalaya en pleno, casi 8 horas de un largo recorrido, cansados pero felices comemos y nos reimos de otra dura jornada de la Expedición, pero ahora ya en pleno regreso.

RG
28 de Octubre
viernes, 22 de octubre de 2010

Séptima entrega

(Las imágenes con sus pies de foto aparecen al final de esta entrega)


16 de octubre
Logramos solucionar los problemas del teléfono satelital, gracias a las gestiones de Iván Vallejo y Sonia Guzmán, desde Quito, y ahora ya contamos con un reporte metereológico diario. Esa es la buena noticia. La mala noticia es que el reporte anuncia tres días de mal clima, así que hoy, en nuestro primer día de descanso, recuperamos fuerzas y seguimos planeando cómo montar el CII.  El día trascurre entre bromas, limpieza personal y arreglo de equipo general. Ya entrada la tarde, Mauricio saca un mazo de cartas y procedemos a instalar el póker; dos rupias la ficha y montamos el clásico Texas Holdem. Vecinito, te guardé un puesto y gané dos manos en tu nombre; el resto ya fueron de mi gasto. Lueguito cena y a dormir.
Ossy

17 de octubre
En la mañana todo está blanco. La nieve cubre el campamento, las piedras y carpas. El cielo y el suelo parecen unidos por un mismo color: el blanco. Nos instalamos al interior de la carpa comedor y, luego del desayuno, instalamos nuevamente la mesa del póker. No pensamos en nada, ni en la montaña, ni en la ruta. Todo es descansar y recuperarnos. Jugamos póker y almorzamos sobre la mesa de póker; tomamos té sobre el póker, cenamos sobre el póker, hacemos torneos de póker; analizamos las manos, las jugadas, reímos y, antes de retirarnos a dormir, jugamos una última manito de póker. Distraemos la mente con el juego para olvidar el frío, el mal clima y los duros trabajos que aún están por venir. Nos dormimos con una sola idea en la mente, jugarnos la siguiente mano con las cartas que el cupier reparta.
Edú

18 de octubre
Programado el ascenso al CBA para la tarde. La mañana la gastamos en preparar mochilas, y en escoger una y diez veces lo que se va para arriba y lo que se queda. Una que otra siesta y, luego del suculento almuerzo, hacemos la digestión una hora, es decir, no hacemos nada sino esperar que sean las tres de la tarde para iniciar la caminata. Ahora no llevamos tanto peso y carga comunal. La intención es que mañana equipemos los campamentos C1 y C2 y sigamos fijando cuerdas en la ruta.
Ya no sé cuántas veces hemos cruzado el acarreo que nos lleva al CBA. Conozco de memoria las piedras inestables y los pasos delicados. Con un poco de paciencia, Mary, Joshua, Oswaldo, Marco, Luis Stacey y yo llegamos al campo.
Cae el sol, y justo al llegar a las tiendas, una nevada constante, más que fuerte, nos hace apurarnos lo suficiente para guarecernos. Hasta eso pasan unos cuarenta minutos o una hora quizá. Hasta eso la tormenta para y podemos fundir nieve para la merienda. Listos. Todos al sobre. Mañana será una jornada dura. Instalaremos el C1 y esperaremos a nuestros compañeros que partirán desde el CB.
Ramiro

19 de octubre
Mauricio, Peter, Edú y yo (Sempi) salimos del CB a las 05h00 hacia el C1; mientras tanto, el grupo avanzado instalaba el C2 e intentaría montar el C3. Llegamos al CBA a las 07h00 con material para el C1. Fue una jornada fuerte por el peso de las mochilas. Entre otras tareas, remplazamos una cuerda negra por una coreana (tipo cabo fórtex) que nos prestó otro grupo. Cerca de las 13h00,  nos encontramos en una zona mixta, próxima al C1. Los tiempos no fueron los que pensamos, así dejamos nuestras mochilas y llegamos al C1, sólo con el equipo comunal: carpas, cuerdas, herramientas. 
El sitio del C1 es espectacular; se encuentra sobre una arista expuesta donde hay poco espacio. Allí, todos trabajamos en instalar plataformas para dos tiendas. El trabajo en equipo fue gratificante. Cerca de las cuatro de la tarde iniciamos el descenso al CBA. Llegamos cerca de las ocho de la noche, después de una jornada muy dura, de más de 14 horas. La noche fue terrible, al menos para mí. En el C1 quedaron los del grupo avanzado: Ossy, Joshua, Ramiro, Marquito, Lucho y Mery. 
Trabajar en la montaña, en un objetivo común, ha sido una experiencia magnífica. No importa qué vaya a pasar después. Es una cualidad que el Grupo siempre ha tenido y que ahora se presenta en el Himalaya.
Santiago

20 de octubre
Nos anticiparon que había que despertarse a las 05h00 para que, en una hora, saliéramos al C2 para abastecerlo. ¡Inútil! La noche fue mala, con poco oxígeno, sin poder dormir, tanto por la altura como por el reducido espacio de la pequeña carpa en la que los tres ocupantes intentábamos dar descanso a nuestros cuerpos. Después de dos horas de lentos movimientos, a 6.100 metros, sobre la plataforma donde está instalada nuestra carpa, con vista al valle, logro salir y ver que mis compañeros cargan una cuerda, dos botellas de agua y un poco de comida. A esta altura, el cuerpo se resiste a caminar, peor a hacer esfuerzos, pero en mi mochila llevo la ilusión de apoyar al equipo de avanzada que intenta abrir la ruta, y el trabajo para hoy es abastecer los tramos hasta el C2.
Ramiro y yo nos encontramos en un estado muy malo. Él ha decidido regresar al campamento; no puede seguir apoyando a la cordada puntera. Tomaré la posta con el equipo y lo que hay que seguir. En un  segundo estamos volando por los aires. Me da vueltas la cabeza y, de pronto, tomo conciencia que estoy tres metros de donde estaba hace un momento. ¿Que pasó?  La clavija donde estaba el seguro intermedio salió disparada, y Ramiro y yo la seguimos canaleta abajo. Miro con desesperación dónde estamos y nuestra posición. Nada serio. Estamos asegurados. Nos preguntamos mutuamente cómo estamos. Nos damos animo y volvemos a subir los tres metros hasta la estación. Ramiro sigue rapelando hacia el C1, y yo detrás de la cordada del Joshua y el Ossy para transportar el material y el agua.
Así se va haciendo el día de trabajo, lento y pausado, ganando metro a metro la pared.
Se acaba la cuerda que llevaba y regreso por la segunda cuerda que está en el C1. Rapelo todo lo andado para desenrollar la última cuerda que nos queda para instalar. La sujeto al arnés y comienzo el mismo camino que ya había recorrido horas antes. Marco, desde el puesto del C1, desenrolla poco a poco la cuerda para que no se enrede, mientras yo izo este pequeño y pesado artilugio a estas alturas. Luego de una hora, me encuentro nuevamente con los amigos que están trabajando duramente arriba. Cada paso que damos en las canaletas se vuelve más complicado, por la inclinación, el frio, el cansancio y la altura. Pero queremos seguir e instalar todas las cuerdas que disponemos.
Así  nos turnamos para subir el material. Yo aprovisiono con agua a mis amigos cada vez que nos encontramos en una estación segura que nos pueda albergar a los tres. Son cerca de las dos de la tarde y el trabajo continúa con la subida e instalación de cuerdas. Al menos no ha nevado tanto. El frío quiere colarse por algunas rendijas de las chaquetas. La tarea ya está aprendida, asimilada, y se convierte en una pequeña rutina técnica: llegar a la estación, asegurarse, recobrar  la cuerda, dársela al compañero, ver que no se enrede, y volver a subir por la cuerda fija. Llegada la mitad de la tarde, Joshua y Ossy ya han instalado todas las cuerdas que tenemos. Me dan un aviso para bajar. Ya he cumplido con la labor de hoy. ¡Qué bien! Hay que bajar pronto, pasar por el C1, llevar la bolsa de dormir y algunas cositas, y luego desandar todo el camino hasta el CB. Rapel tras rapel, paso por mis pocas cosas y sigo hacia el CBA. Los tres vamos, uno tras otro, tratando de apurar el descenso porque el día nos está acabando. La noche ya comienza a seducirnos. Terminamos todas las cuerdas fijas. El resto del descenso cada uno lo hace apegado a sus pensamiento y al deseo de llegar al CB para tomar una sopa caliente.
Estamos a cinco minutos del CBA, pasando por una canaleta estrecha. Joshua va adelante, luego sigue el Ossy, y yo cierro el grupo. De pronto oigo un silbido extraño. Pasa algo que la conciencia y los sentidos no entienden. Veo por el rabillo de un ojo una cosa oscura que viene hacia mí. Una gran roca que se ha desprendido viene hacia nosotros bufando como un toro. En una milésima de segundo me tiro hacia un costado, le grito al Ossy  y siento cómo un tractor ha pasado a medio metro de mí. Tan solo un par de piedras pequeñas me alcanzan. Pasan diez segundos e intento decir algo. Asomo la cabeza para ver si alguien se mueve abajo. El Ossy me grita y vuelvo a respirar. Salimos como dos condenados que se escapan de prisión hacia el CBA, donde Joshua nos espera con preocupación. Sólo podemos abrazarnos y dar gracias a Dios. Tomamos un poco de agua, aún con el recuerdo. El resto es camino de noche, con el  cuerpo cansado, contento de estar a una hora de una sopita caliente.
Luis Stacey

Mary:
Ossy, Joshua, Marco, Ramiro, Luis and I hiked up the steep scree slopes to ABC on the 18th after lunch.  It was snowing quite hard by the time we reached ABC, but we managed to get settled in and have some hot tea and and some noodles before going to sleep.  The following day, the others awoke at 4am.  The plan was for Joshua and Ossy to ascend to Camp one and advance to camp 2, while Ramiro and Marco would make platforms for the tents in Camp 1. Luis and I started up to Camp 1 at about 7:30 AM.  There are three grades of climbing on this mountain: steep, very steep, and way f*** step.  Most of the climbing is in the very steep range.  The trip to camp 1 starts with 45-50 degree snow slopes but quickly steepens to 70 degree snow slopes. We climbed about 200 meters of steep snow until we reach the fixed lines.  Even though it was steeper, I found jumaring the fixed lines to be much less demanding than the unroped climbing.  We continued up the gully for another 200 meters before we reached the rock band.  Jumaring the rock band is straightforward, or as straightforward as anything can be at 6000 meters.  The lead was clearly extremely challenging.  It involved 5.9 rock, ice and snow climbing.  There would be about 3-4 inches of snow plastered to the rock.  Every piece of gear involved scraping snow from the cracks and fiddling around with nuts and cams.  Bravo Joshua, heroic climbing.  Eventually, we reached the top of the knife-edge arête where we had planned to establish camp 1.  Ossy and Joshua had managed to pitches toward the ridge.  I hadn’t thought it was possible, but these pitches appeared even harder than the mixed pitches I had just jumared.  After climbing the pitches, Ossy realized that building platforms needed more manpower, so they descend back to camp one and cleared  over 5 cubic meters of snow and ice for the platforms.  The tents just fit on the platforms, and the slopes fell awat at 70 and 80 degrees on each side of the ridge.  It was certainly the gnarliest place I have ever slept.  It made a portaledge look like the Bellagio!
The following day, I watched Ossy, Joshua, and Ramiro make their way through  the difficult mixed climbing toward the ridge. I had planned to stay and follow to camp 2, but it became increasingly obvious that they would not reach camp 2, the climbing was very difficult.  We had a report of a three day storm, so we all descended to base camp at the end of the day.  I am hoping the weather clears soon for a summit bid, but in reality, we will do well to reach camp 2.  Still, we reamin hopeful and we are all working well together.
To my dear family, I love you and miss you.  In fact, I love you so much that I am glad you are not here.  I took baby bunny to camo one, so baby bunny has bivied at 6200 meters.  That’s a good tick. The mountain is very hard, but I would say not excessively dangerous.  I hope to advance to ABC tomorrow, then climb as high as ropes allow.  It will be a week before another posting, but I will email or call as soon as we descend to pheriche.  Love you and miss you.
Mauricio

20 de octubre
La función empieza temprano. Algunos durmieron, otros pasaron la noche, pero todos compartimos los mismos problemas: frio, dolor general y por supuesto algo de miedo. Ramiro, Ossy, Lucho y yo empezamos a despachar largos hacia arriba. El objetivo es fijar cuerda hasta las cuatro de la tarde o hasta que se acabe la cuerda, lo que pase primero. Hay algo de problemas abajo con el transporte de cargas y decido apagar mi radio para concentrarme en la tarea. Ha nevado la suficiente cantidad para joder las cosas, no podemos escalar en roca pero tampoco la capa de hielo y nieve acumulada es lo suficientemente estable como para confiar el peso de un escalador sobre esa delicada superficie. En algunos momentos, el último seguro está ya fuera de la vista y la cuerda pesa lo suficiente como para pensar dos veces cada paso; además, hace ya rato que la cuerda se separa de la pared, dada la inclinación.
He aquí la ventaja de la vida en la montaña, tienes solo dos opciones, subir o bajar, empujar o abandonar, incluso, vivir o morir. Por suerte todavía nos mantenemos en la primera. Hacia arriba está la cumbre, con una perspectiva muy complicada. Hacia abajo, la seguridad del CB. Nos retiramos, pero con la sensación de que no todo ha terminado. Ahora no hay más que esperar. El cuerpo descansa, pero la cabeza sigue allá arriba. ¿Será posible o no? Es una montaña más dura de lo que esperábamos.
Para los que se atreven a leer, les mando un saludo y les recuerdo que disfruten de la vida, que finalmente nadie sale vivo de ella. ¡Salud!
Joshua 
















Pies de foto:
1) Bajando al CB a descansar
2) Cerca del C1
3) C1
4) Edú, llevando material al C1
5) Edú, cruzando zona de grietas
6) Emplazamiento del C1
7) Joshua en su juego
8) Lucho en el C1
9) Mejora el clima
10) "Pásame el nivel". Ganando terreno en la arista para el C1
11) Peleando con el mal clima
12) Sempi sherpa, cargando rollo de cuerda
13) Subida al CBA






jueves, 21 de octubre de 2010

Katmandú, 20 de octubre de 2010. (Reporte especial)

Katmandú, 20 de octubre de 2010

Han pasado ya veinte días desde que llegamos a Katmandú para comenzar esta aventura al otro lado del mundo que, ahora, y desde la experiencia que yo viví, quiero contarles. 

Debo confesar que antes del viaje tenía miedo. Miedo a lo desconocido, a venir a un país de una cultura muy diferente a la mía. Miedo, también, porque sabía que Kari y yo íbamos a compartir con el grupo solamente la mitad del camino, hasta el CB, luego de lo cual las dos regresaríamos solas por un territorio desconocido. Esa era la única opción que teníamos si queríamos unirnos a la expedición.

Sin embargo,  los miedos se disiparon de a poco. Primero, porque estaba con amigos que me cuidaban y guiaban todo el tiempo. Y segundo, porque, pese al caos que existe en Katmandú, la agencia, los guías y principalmente el Ossy se habían encargado de que todo esté bien organizado para las dos chicas del trekking.

Ir hasta Lukla, la ciudad de donde partió el trekking y la expedición, fue toda una aventura que ya lo habrán leído anteriormente en el blog. Yo recuerdo que pedía que la avioneta no se cayera para seguir con este increíble viaje. Afortunadamente, el avioncito no se cayó y, al contrario, tuvimos un vuelo placentero, con un hermoso cielo azul, la vista de las montañas en todo su esplendor y un suave aterrizaje.

Todo el primer día parecía salido de un cuento. Recuerdo que la emoción no me cabía en el pecho al ver los paisajes, la gente, los yaks. Era increíble. ¡Estaba en los Himalayas!  Por otra parte, el esfuerzo no era mayor. Pronto hubo un receso para el almuerzo y luego llegamos al primer Tea House, donde descansamos plácidamente. Casas de colores con flores en los jardines, aire puro, ríos, piedras, vegetación muy verde y montañas componían un paisaje perfecto. Me faltan palabras para describir lo feliz que me sentí ese primer día de la caminata.

En los días siguientes la ruta se fue complicando. Empezamos a una altura de 2.400 m y debíamos finalizar a 5.300 m, en el CB del Pumori. Ése era el objetivo.  Además, la aproximación la íbamos a hacer, más o menos, en la mitad del tiempo de lo que la hacen los grupos de trekking normalmente, considerando que vivimos en la altura y que la mayoría tenemos un estado físico mejor al promedio.

Nunca me preocupé realmente por la altura. En Ecuador, las veces que había estado en la altura no me había dado ni siquiera un dolor de cabeza.  Así que yo iba lo más rápido que podía en el trekking, en parte para demostrar al grupo que estaba bien entrenada, y, en parte, por un dopaje de emoción y adrenalina que tenía por estar allí. Los días eran cada uno más hermoso que el anterior. Teníamos días de sol, completamente despejados, con los increíbles Himalayas que aparecían, de repente, tras la primera curva.  

Para quien no haya vivido la experiencia, puedo decir que ir de trekking es mágico.  Al principio, cuando el cuerpo aún no se calienta, se siente el esfuerzo; pero luego  llega un punto en que el cuerpo se armoniza, cada uno de los órganos cumple su función y la mente se libera; y es en ese silencio que surgen los pensamientos más profundos que se pueda tener.  Es una experiencia liberadora.

Pasaban los días y yo cada vez me sentía más contenta; lo único que deseaba con ansias era que este viaje no terminara. Sin embargo, las comodidades iniciales debían acabarse y, en su lugar, venir el frío, las carpas, los baños improvisados. Esto era parte del viaje, a lo que veníamos.

Llegamos finalmente a Lobuche, a 4.900 m. Recuerdo que fue uno de los días más duros y que fui de las primeras en llegar al Tea House. Me sentía orgullosa del esfuerzo de esa jornada que fue larga y cansada. Llegamos bien, con mucho ánimo.  Sin embargo, esa noche empecé a sentir un fuerte dolor de cabeza que yo consideraba normal porque ya estábamos cerca de los 5.000 m. No pude dormir bien y, al día siguiente, había perdido el apetito por primera vez en todo el viaje. 

La siguiente jornada era de cuatro horas desde donde estábamos hasta el CB, donde nos esperaba el almuerzo. Yo decidí ir despacio porque me sentía cansada, lo cual lo atribuí a la altura. Llegué al CB feliz de haber alcanzado el objetivo. Nos abrazamos de felicidad con los chicos de la expedición; nosotras por terminar el trekking de ida y ellos por encontrarse a los pies del Pumori para comenzar, ahora sí, el objetivo mayor.  Era una tarde brillante, el Pumori estaba despejado y el Everest mostraba su rostro oscuro. Yo me fui a descansar a la carpa porque sabía que tendría cuatro días para tomar fotos.

A partir de ese momento todo cambió para mí. No me sentía bien. Me levanté para ir a la carpa cocina, donde todos se habían juntado para cenar, pero me costó ponerme los zapatos. Llegué a la carpa cocina mareada y me senté en la primera silla que encontré, pues sentía que me iba a desmayar. Trajeron la cena, pero yo no podía comer nada, sentía náuseas. Ese rato, los demás, que estaban muy contentos por el CB, se dieron cuenta que yo no estaba bien. El Ossy y el Joshua me revisaron y determinaron que, efectivamente, mi nivel de absorción de oxígeno y mi pulso eran bajos, y que mi cuerpo no se estaba recuperando. Frente a esto, lo recomendable era bajar.

La noche fue un infierno. Tenía una tos terrible que no me dejaba en paz, una congestión que no me permitía respirar, sentía líquido en los pulmones y el corazón me palpitaba a mil por hora.  Estaba aterrorizada, no solo por los síntomas, sino también por las historias graves sobre edema pulmonar y complicaciones en la altura que había escuchado. Además, sabía que estaba lejos de cualquier poblado donde pudiera recibir atención.

Al siguiente día sin sentir ninguna mejoría la decisión evidente era que tenía que bajar,  porque no se podía arriesgar y yo no lograba recuperar el nivel de oxígeno.

Todos me daban ánimos y me decían que apenas baje 1000 metros me iba a recuperar de inmediato.  No pude desayunar, el estómago no me aguantaba nada y apenas pude comer una cuchara de mermelada para comenzar a bajar.  Salimos a las 10 am hacia un pueblito pequeño que se llama Pheriche a 4.200 metros.  Me acompañó nuestro guía Nima, el porter que llevaba mi maleta y el Edú que me acompañaba para luego regresar al campo base.  

La morrena de se me hizo eterna, bajar por las piedras en ese estado era una tarea que se había convertido en una proeza.  Ya no me importaba el paisaje, ni las montañas, lo único en lo que pensaba era en llegar porque me costaba tanto cada paso.  Simplemente dejé de disfrutar y la prioridad se convirtió en bajar para poder sentirme mejor.  Al ver que yo iba tan despacio se comenzaron a preocupar, en la primera parada tomé un té y medio chocolate para poder recuperar algo de energía pero pese a que ya estábamos como 400 metros más abajo yo no me sentía mejor.

La falta de oxígeno es algo extraño porque el cuerpo empieza a tener una serie de reacciones.  Antes de bajar mi amiga Kari me dijo que estaba con los labios morados, y blanca como el papel, comencé a sentir una sensación de hormigueo en manos, pies y mejillas que nunca había sentido en mi vida.  Además, cuando recuerdo como estaba es como si todo a mi alrededor sucedía en cámara lenta.

A las 4:30pm llegamos a Pheriche, yo con una sensación de alivio porque ya no podía más y el resto ya tranquilos para descansar la noche para al siguiente día otra vez volver, a excepción de Nima quien se quedaba conmigo para continuar bajando.   Pese a que estábamos un poco más de 1000 metros más abajo yo no me sentía mejor, pasé una noche horrible durmiendo sentada para que no me dé tos.  Aun así la tos era más fuerte, y con una fuerte congestión.   Yo sabía que no estaba bien y que necesitaba antibióticos por el color de los fluidos, aun así hasta ahora no se porque no fui donde la doctora en Pheriche para que me vea y decidí continuar hasta Namche, mi siguiente parada.   Seguramente la falta de oxígeno no me dejaba pensar con claridad, luego de una muy mala noche y sintiéndome mal, igual decidimos seguir hasta Namche con al menos 8 horas de camino. 

Me despedí del Edú, él tenía que regresar al campo base, aunque no nos íbamos a ver en muchos días no dije mayor cosa, no hubo llanto ni drama, así de mal estaba esa no es una reacción normal.  Pero mi organismo estaba en estado de alerta, yo en ese punto estaba en peligro y sabía que tenía que seguir bajando para mejorar, así que la única solución era continuar hasta Namche que está a 3.500 metros.

Ese día debe haber sido uno de los más difíciles de mi vida, sin exagerar yo no me había encontrado antes en una situación en la que me sintiera más vulnerable y sola en mi vida.   Lo que solo unos días antes significó total alegría y satisfacción caminando con energía, ese día fue totalmente opuesto con un cúmulo de esfuerzo más allá de lo que yo ahora puedo comprender, sufriendo, tosiendo, con dolor y con miedo.   Sin alargar mucho el relato, llegamos con el paciente Nima a las 6:30 de la tarde a Namche con los últimos vestigios de luz, dando gracias a Dios como nunca antes porque sabía que ahí iba a comenzar a recuperarme.  Me di un baño caliente, un total lujo en esta zona, me abrigué y bajé para tomar sopa en el restaurante aunque seguía sin hambre.   Le pregunté a Nima si había algún médico en Namche para consultarle sobre mi congestión.  Enseguida llamaron a la doctora que ventajosamente fue ese mismo rato hasta el hotel.

Midió mi nivel de oxígeno y continuaba en 68 cuando lo mínimo que debía tener era 85, jadeaba no podía respirar bien.  Además, tenía fiebre que era el síntoma de una fuerte infección de las vías respiratorias.   Conclusión tenía que tomar antibióticos, me dieron una botella de oxígeno, pastillas para la fiebre, mucho líquido y descanso. 

Aunque existía la posibilidad de llamar a un helicóptero por medio del seguro para que me lleven hasta Katamandú sino mejoraba, ventajosamente después de tres días de descanso, sopa de pollo, antibióticos y los cuidados de Nima que fue mi ángel de la guarda finalmente me sentí mejor y mi nivel de oxígeno subió a 84, aunque la tos no me dio tregua hasta como el quinto día.

Después llegó mi amiga Kari, ella sí cumpliendo el itinerario previsto de inicio y juntas bajamos hasta Lukla para tomar la avioneta que nos llevaría a Katmandú.   Esa parte del caminos estuvo larga, cansada y con lluvia así que de igual forma lo único que queríamos era llegar para poder cambiarnos la ropa mojada  y tomar un chocolate caliente.

Ahora ya en Katmandú a pocas horas de viajar  de regreso a Quito ya totalmente recuperada tengo varias reflexiones en la mente y el corazón.  Esta ha sido una de las experiencias más fuertes de mi vida, y realmente de no haberme enfermado pudo haber sido un viaje de turismo más lleno de fotos, compras e imágenes.   El hecho de haber enfrentado una situación difícil le dio un peso diferente a este viaje, me ha hecho pensar más profundamente.   No siempre la vida nos presenta las circunstancias tal como lo planeamos, de hecho nuestros planes no tienen ninguna validez si algún factor es simplemente distinto a lo que teníamos en mente.   Lo importante es tener la valentía de enfrentarlo y tomar las decisiones adecuadas, y en mi caso doy gracias a Dios porque hubo gente muy buena que se preocupó y cuidó de mi siendo totalmente extraños sin ellos sencillamente no hubiera sobrevivido, solo ese hecho me da gran esperanza en la vida y en la humanidad.  Dios bendiga a estas personas que me ayudaron con tanto desinterés.

A los chicos de la expedición espero lean el blog, sé que les espera unos días difíciles por el clima pero confiamos que todo siga saliendo bien, son fuertes y lo van a lograr.  No saben cuanto les pensé y extrañé en los días que pasé sola, pero ya nada así mismo era el plan.   Les acompañamos con nuestras oraciones.

Edú, mi amor, ya salí de esta ya estoy de regreso, pero la aventura no termina hasta que estés de vuelta en la casa.  Te extraño tanto, ya quiero verte pronto y es difícil regresar sin ti. Te pido que te cuides mucho para pronto volver a estar juntos,  sé que esta experiencia ha sido un sacudón para los dos que nunca vamos a olvidar.   Te amo mi vida.

Quienes somos

El Grupo Ascensionismo del Colegio San Gabriel lleva 65 años de continua actividad montañera y como grupo a organizado expediciones a Los Alpes, Aconcagua, Mackinley en Alaska, Cordillera Blanca del Perú y Cordilleras de Bolivia y ahora nuestros objetivos nos llevan a la Cordillera del Himalaya en Nepal.

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