Pumori, la hija del Everest

Pumori, la hija del Everest
El Pumori es una hermosa montaña ubicada en el Himalaya, fue bautizada por George Mallory, su nombre deriva de "Pumo" que significa hija y "Ri" que significa montaña, también se la ha traducido como "Hija soltera" o "Hija de la diosa madre" por lo que montañistas y exploradores la llaman "la hija del Everest". Esta pirámide de roca, nieve y hielo nos espera... y tú puedes seguir todo el desarrollo de esta aventura aquí!
martes, 2 de noviembre de 2010

El personaje. Retrato hablado "Novena entrega"


Luckla, 29 de octubre. 07h30. Espero en la calle, con uno de nuestros guías, para entrevistar a algún porteador local. Pasan los minutos y las personas ya están en su trabajo. El pequeño poblado está en plena ebullición, las avionetas han comenzado a llegar desde Katmandú con oro en carne: turistas y provisiones para la región.

El hijo del dueño de la hostal donde nos alojamos anoche se ofrece hacer de intérprete y poder conversar con un porteador, cuya frente ya tiene algunos mililitros de sudor encima.

Aquel pequeño hombre tarda unos minutos en entender por qué alguien quiere saber de su vida. Un poco perspicaz, me pregunta de donde soy y qué quiero. Mi intérprete ayuda con una sonrisa, un par de explicaciones que yo no entiendo y arregla pagarle algo por el retraso a su destino. Después de hacer un cálculo, hecho con el ceño alegre, al fin decide bajar su carga por unos minutos, sentarse junto a mí y hablar pausadamente.


Me llamo Chesca, soy porteador, tengo 55 años. Vivo a cuatro días de camino de Lukla. Llevo 20 años trabajando en llevar cosas entre Lukla y Namche. Tengo cinco hijos, de los cuales, tres  son porteadores, como yo. Ellos tienen 15, 19 y 20 años de edad. Ya son grandes. Y tengo dos hijos pequeños que están en la escuela.

En mi trabajo gano 750 rupias cada día, cargando entre 30 y 35 kilos. Llevo alimentos y cajas hasta Namche. Me demoro dos días en ir y uno en volver. Entonces, gano 1.500 rupias por viaje. Duermo en casas “arregladas”. Allí, si pago algo, me dan de comer. No es mucho, no me alcanza.

El sistema actual de abastecimiento de alimentos se remonta a las antiguas prácticas, rutas y dinámicas del comercio a través de las montañas del Himalaya. Ciudades y poblados del Tibet, Nepal, China y otras regiones han estado en contacto por milenios, comprando y vendiendo productos diversos como especias, animales, joyas, alimentos y utensilios del hogar. Este permanente contacto ha permitido, además, un rico intercambio cultural y religioso.

Lo evidente es conocer y entender la ruta turística principal: Katmandú - Jiri - Luckla -Namche y, a partir de ésta, unas adicionales no menos importante, como la Namche -Periche - Tengboche - Lobuche - Gorak Shep, por la cual transitan cientos de porteadores para la industria turística montañera. Casi la mayoría de artículos y alimentos es provisión para los hoteles, hostales o tea house`s, y otra pequeña parte es para las pequeñas tiendas locales que pululan en cada caserío, y donde la población local compra sus provisiones cotidianamente. Así mismo, se utilizan miles de porteadores y animales de carga para trasladar todo el equipaje durante los trayectos hacia los atractivos turísticos: mochilas, tiendas, cocinas, mesas, sillas, paneles solares, baños, bidones, combustible, colchones, estufas, balones de gas y mucho más.


Mi padre fue porteador como yo. Al principio era agricultor. Las condiciones ahora son más difíciles, no hay oportunidades ni dinero que necesito en mi tierra. No tengo educación, solo fui tres años a la escuela. Quiero tener un negocio. Tengo que seguir porteando todos los días.

La incorporación de jóvenes e incluso de niños al trabajo de porteador generalmente se produce por influencia de la familia, de padres a hijos. Al inicio los hijos acompañan con pequeñas cargas a los adultos, pero luego se incorporan al ejército de caminantes porteadores. Esto sucede debido a la escacez de oportunidades de educación, a la pobreza y marginalización que aún viven miles de familias del área rural de diversas regiones del Himalaya.

El sistema tiene algunas modalidades, unas más ventajosas que otras, según la capacidad económica del porteador. Muchos son contratados por comerciantes mayoristas que compran grandes cantidades de alimentos, combustible y otros artículos en las bodegas de Katmandú, necesarios para mantener el flujo permanente de abastecimiento, y que diariamente los vuelos de avioneta se encargan de transportar. A partir de allí, son almacenados en pequeñas bodegas en Lukla. Acordada la paga, entre 700 y 750 rupias por día (entre 10 y 12 dólares), a cada porteador se le entrega una carga de entre 30 y45 kilos para que transporte a cualquiera de los destinos. Si es mayor el peso ganan un poco más. Otra alternativa, menos común, es que un porteador cuente con un pequeño capital y compre alimentos o artículos directamente en alguna bodega de Luckla o Jiri, y la transporte, según sea el caso, a Namche, Periche, Tengboche o inclusive al campo base del Everest; de esta manera, se gana un mayor porcentaje haciendo el trabajo por cuenta propia. En estos casos excepcionales, el trabajo dejará mayores ganancias, pero el esfuerzo, también, es mayor. A mayor peso, mayor ganancia.




En época de turismo (entre septiembre y diciembre, y entre marzo y mayo) se gana bien, hay mucho trabajo. Los meses restantes a veces hago viajes
desde Jiri hasta Lukla y Namche. Es muy largo, pero hay que trabajar. Luego, cuando los turistas se van, me voy a mi pueblo a trabajar la tierra con la familia.
Lo que quiero es que mis hijos estudien. Este trabajo es muy duro, pero yo me acostumbré. Cuando hago viajes me encuentro con amigos y familiares que hacen lo mismo, viajamos juntos, nos hacemos compañía, nos contamos cosas, oímos música y cuando el tiempo está malo, la pasamos juntos. Por las tardes jugamos un rato para distraer la mente (y el cuerpo). Es un trabajo que no se acaba, porque hay montañas. Los turistas vienen a ver,  yo les llevo cosas, ellos me pagan, y así seguimos.

Testimonio de Chesca, porteador del Himalaya. Entrevista por Luis Stacey


A tu salud, equilibrista

Chesca, eres porteador, cargador, caminante, solícito en cada enclave; hombre duro, de espalda labrada por cada kilo cargado, pulido a cal y canto; rostro callado, de voz alegre y entonada, quizá con tus añoranzas prendidas de tus canastos llenos de bártulos, abastos o abarrotes, un par de accesorios personales, tal es el cepillo, pasta de dientes y linterna.

Vas por lo lejos, encima de nosotros y alejado de aventuras extranjeras, porque lo tuyo es derrotero de abastos en cada poblado, lleno de sorpresas con sabor a carne, cerveza, harina o tal vez arroz.

Recorres con equilibrio circense río arriba, río abajo, y te juntas a los tuyos para compartir tu carga y tu canto. Cien pasos adelante encuentras tu sombra que ya ha parado el caminar; cansado y mojado de sudor, descansas tu canasto de torre de naipes a punto de caer en tan solo un bastón; lo sostienes todo con dos tiras cual títere de función pueblerina que espera la diversión.

Cada día te juntas con los tuyos, haces pareja para viajar juntos, así haces menos solitaria tu peregrinación por enredaderas tortuosas de tierra y piedras, pasando los puentes colgados de tus sueños, arrejuntándote en los abrevaderos sombreados para saldar cuentas con la sed, y al fin tuerces la mano al viento helado en cada puerta que recibe tu mercancía.

Cae la noche y tus polvorientos zapatos marca Reebock, made in Namche Bazar, reclaman té con mantequilla, pan frito y sorbos de sopa, una manta que te abrigue, unos cuantos sorbos de humo de majada de yak y el suelo oscuro de pensión que te engulla para no despertar. 

Suena el timbre solar y ya tu destino de restaurante, bodega, tienda, o tea house esperan por ti, Chesca,  porteador y jugador, que no te gane el polvo del camino que ya sopla por encima de rododendros y piedras talladas de oraciones para ti.

Tu tiempo llega y has cumplido con la entrega. Cada plato ha sido servido a la hora en bandeja y con servilleta. Comensales de toda latitud han calmado el hambre y cansancio con tus provisiones.

Te bendigo, Chesca, porteador. A tu salud brindo por tu vida y tu caminar.


Paren, que llegamos

Queridos amigos y amigas, familiares, entusiastas y soñadores, con esta última entrega del testimonio de un personaje tímido como Chesca, porteador, nos despedimos de ustedes, convencidos de haber calado y mantenido su atención con nuestras palabras cargadas de emoción. Sea por angustia, curiosidad o simplemente por disfrutar, han seguido, a través del blog de la expedición, nuestras vivencias que, por cerca de 30 días, vivimos llenos de alegría, cansancio, incertidumbre o asombro.

Hemos juntado las sensaciones de cada expedicionario, las hemos transformado en letras e ideas, adornado con puntos y comas, y al fin hemos logrado dar forma al reflejo de nuestros ojos, de un par de lágrimas o del cansancio de la jornada.

Si fuimos aburridos o los textos estaban mal escritos, el beneficio de la distancia, la incomodidad, el cansancio y el hambre está de nuestro lado. No cuesta mucho imaginarse que por cada palabra sencilla había, por delante, todo un mundo entero de bosques, montañas, atardeceres, ríos, quebradas, afiladas aristas, así como silencio, regocijo, frío, calidez y amistad.

Cargamos con mochilas y bártulos, cuesta arriba, acompañados siempre de nuestros queridos amigos Pemba, Nima, Shiva, Baburam, Sagar y otros tantos, que nos acogieron cálidamente, con su alegría única, con enseñanzas prácticas y místicas a la hora de cocinar y pedir a los dioses por nuestra protección en la montaña. Con ellos compartimos las preocupaciones del clima y la dificultad de la montaña, y también festejamos la llegada a la cumbre.

Los integrantes de esta expedición, con nombres y apellidos, talla y peso, color de piel, voz y genio, hemos venido al Himalaya, subimos a la montaña, hemos estado tan solo un instante, y bajamos para contarlo. Es la única sensación sublime de los “conquistadores de lo inútil”.

Con ustedes seguimos compartiendo la vida y los sueños; estos nos mostrarán el camino que hay por delante. Tan solo esperamos saber entender cuándo hay que comenzar de nuevo y por dónde transitar.

Un fuerte abrazo de la Expedición Himalaya 2010 al Pumori, la Hija del Everest.  

Oswaldo, Mauricio, Peter, Joshua, Edú, Santiago, Mary, Marco, Lorena, Karina, Ramiro y Luis.    


 

 

 





 

Quienes somos

El Grupo Ascensionismo del Colegio San Gabriel lleva 65 años de continua actividad montañera y como grupo a organizado expediciones a Los Alpes, Aconcagua, Mackinley en Alaska, Cordillera Blanca del Perú y Cordilleras de Bolivia y ahora nuestros objetivos nos llevan a la Cordillera del Himalaya en Nepal.

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